lunes, 8 de abril de 2013

Descubriendo una obra: Cante jondo, de Julio Romero de Torres.

Buenos días, amantes del desvarío. Tras la entrada anterior me apetecía confeccionar un post más ligero. Es como cuando comes de restaurante un domingo y acabas saciadísimo, de cenita nada mejor que un yogur y una fruta. Quiero actualizar con un descubrimiento que hice ayer por la noche.

Hace unos días, durante las vacaciones de Semana Santa, andaba yo de tapeo por el Barrio Romántico de León (el nombre le viene al pelo), cuando entramos en un bar que lucía una decoración castiza bastante curiosa: abanicos, cuadros con folclóricas, una balconada blanca con macetas de colores... Todo era como muy de Despeñaperros al sur. Pues bien, en una de las paredes del bar había un cuadro que me sorprendió del primer momento. Presentaba una mujer desnuda sobre un pedestal, cubierta por mantilla y sosteniendo una guitarra, rodeada de personajes a cada cual más variopinto. No puede hacer otra cosa que fotografiarlo e incluso me puse a googlear en el móvil para averiguar su autor y título, pero no obtuve resultados. No obstante, ayer por la noche fue diferente y conseguí lo que buscaba.




La pintura me traía a la mente el estilo de Julio Romero de Torres, pintor español de comienzos del siglo XX, así que busqué su nombre y una somera descripción del lienzo: "mujer desnuda guitarra". Sí, reíros todo lo que queráis, pero en Google Imágenes he tenido éxito incluso con descripciones más escuetas. Volviendo la búsqueda que nos ocupa, tras googlear esas palabras apareció la obra, matando así dos pájaros de un tiro: confirmé que efectivamente era de Julio Romero de Torres, y que su título era "Cante Jondo" (u Hondo, lo he encontrado de las dos maneras).




Yo, sin ser nada de arte contemporáneo y mucho menos conocedora de este pintor, me pareció tremendo desde que lo vi. Un cadáver en primer término, amantes en plena pasión, un féretro blanco y al fondo un paisaje que tiene más de surrealismo y metafísica de ambiente andaluz. Una delicia para los amantes de desentrañar simbolismos. Así estaba yo ayer noche, buscando información que me explicase qué estaba viendo.

Julio Romero de Torres (1874-1930), nacido en Córdoba, fue un afamado pintor en vida que sufrió el más flagrante de los olvidos tras su muerte. En una de las páginas web que consulté se explicaba tal suceso debido a que la Dictadura quiso vincularse con las imágenes que pintaba, las cuales eran muy propicias para los intereses de Francisco Franco y su propaganda de lo nacional: la exaltación del carácter andaluz, las tonadilleras, la España cañí que se dice. El rostro de Romero de Torres y uno de sus cuadros más famosos aparecieron en los billetes de Cien Pesetas, haciendo que su figura y su obra se vinculara al régimen franquista... Nada más lejos de la realidad: Romero de Torres fallecería en 1930, antes incluso de que se proclamara la IIª República. País de cazurros...


Volvamos a la obra que nos ocupa. Cante jondo comenzó a pintarse en 1922, con motivo del Concurso Nacional de Cante Hondo celebrado en la ciudad de Granada, y fue terminado en 1924. Hay quien ha visto en ella un retablo, pues se desarrollan diversas escenas en un mismo espacio reducido pero sin vincularse unas a otras, de forma independiente; aunque personalmente creo que todas están relacionadas. Romero de Torres nos presenta un cúmulo de amor, celos y muerte, teñido de pasión, de sangre, de erotismo y de drama, bajo la profunda mirada de la mujer andaluza.

El primer término nos presenta el cadáver de una mujer, vestida de negro, cuya falda se levanta lo suficiente para dejarnos ver que en su muslo tiene atado un pañuelo blanco, ¿puede ser esto más erótico? Sus brazos yacen caídos, uno sobre su estómago, y su mirada parece perdida: acaba de ser apuñalada por su amante, el cual se encuentra a sus pies, con el cuchillo todavía en la mano, mesándose los cabellos con gesto dramático y desesperado, una actitud que se ha vinculado con uno de los personajes de 'Alegoría del Amor' del pintor manierista Agnolo Bronzino (precisamente hablé de ese cuadro en mi post sobre el Amor en el Arte). El personaje al que me refiero es la Desesperación o los Celos, que se lleva las manos a la cabeza, invadido por el dolor. Romero de Torres demuestra su gran cultura artística y a la vez aporta su visión personal de estos celos, que terminan ahogando al hombre y esgrimen el cuchillo que mata a su amada. Una cruz de plata cae del pecho de la joven y reluce magistralmente sobre el negro del vestido.




Vayamos ahora a la antítesis de esta imagen: una pareja, en la parte derecha, está captada en pleno beso. La camisa que luce ella no la llega a cubrir del todo, mostrándonos su hombro y prácticamente su seno derecho completo. Él la abraza, queriendo levantarla del suelo: sus manos la agarran con fuerza, se tensan en la acción del abrazo, demostrando el poderío masculino: Ella es mía. Se funden en un ósculo que los aísla del resto.El hombre viste el típico sombrero cordobés, de cubierta plana y color negro; es el sombrero propio de los rejoneadores. Estamos ante la pasión del amor, frente a la pasión enfermiza de los celos que conduce al asesinato de la pareja anteiror. Sus rasgos no parecen similares, así que no podríamos estar hablando de los mismos amantes en diferentes estadios: Romero de Torres capta a posta dos parejas diversas.
 
Los personajes que se sitúan en el tercer plano no son menos turbadores. Volvemos a encontrar el cadáver de una mujer, esta vez en un ataúd blanco. Sus cabellos largos y negros sobresalen del mismo, así como las puntas de sus zapatos blancos, que me remiten sin dudarlo a Goya y sus majas. Dos jóvenes la lloran, una mujer y un hombre, morenos como ella; en algunas descripciones del lienzo he leído que son los hijos que lloran a su madre... El dolor estaría por tanto justificado. Domina este término la figura de un galgo negro, que se alza imponente encima del ataúd, también con gesto de tristeza en su canino rostro. Resulta que el pintor tenía un galgo negro, de nombre Pacheco, al cual pintó en muchas de sus obras.

Las fuentes de la época alabaron la bella del galgo Pacheco, de un brillante color negro, con una mancha blanca en el pecho. En la imagen aparece el pintor y el poeta Alfonso Camín.

El escritor Valle-Inclán (con su característica barba y sus gafas), la actriz María Banquer y Julio Romero de Torres, atento a retratarla. La foto se tomó en el madrileño estudio del pintor en 1926. A los pies del caballete, casi como una mancha, luce Pacheco, acompañando al pintor en su labor.

Pacheco era un miembro más de la familia. Su presencia en Cante jondo responde a ese cariño, si bien puede cumplir otras funciones. Algunas lecturas del cuadro le otorgan el epíteto de "psicopompo", es decir, guía de almas. En la religión griega se llamaba así a Hermes (Mercurio en la romana), ya que era el encargado de acompañar a las almas de los muertos al más allá. En la religion egipcia encontraríamos cumpliendo esa función a Anubis, dios con cabeza de chacal, y en la cristiana al arcángel Miguel, con su espada... Y en el cuadro de Julio, a su fiel Pacheco. 

 

Os sorprenderá que todavía no haya hablado de la imagen principal del cuadro como es la mujer desnuda cubierta con una mantilla negra. Mi intención era dejarla para el final. Se la describe como "una altiva y sensual mujer, apoyada en una guitarra". La mujer andaluza fue un motivo fundamental en la pintura de Romero de Torres: la pintó de múltiples maneras y actitudes, destacando siempre sus ojos negros. Esta mujer nos mira directamente (es el único personaje que lo hace). La mantilla que la cubre a medias cumple una doble función, o incluso triple: subraya el erotismo de su cuerpo desnudo, alude a la fiesta y también a la religión (muchas mujeres la visten en ceremonias religiosas así como festivas). Esta ambigüedad sagrado-profana es todavía más fuerte si reconocemos que la mujer, subida a un pedestal rodeado por el resto de figuras, parece un homenaje a esas Vírgenes renacentistas, sobre todo italianas, pintadas por artistas como Rafael Sanzio o Andrea del Sarto. En la imagen de la mujer andaluza se funde así lo sensual y lo sagrado  de forma magistral.



'Virgen de las Arpías' de Andrea del Sarto. No, no creáis que es el nombre viene de los santos que acompañan a María: las arpías hacen mención a las bestias mitológicas que el pintor representó a los pies de la Virgen, formando parte del bloque de piedra.

No querría terminar sin hacer una mención al fondo del cuadro. La escena parece enmarcada por una ventana con un arco rebajado, que se abre a un paisaje extraño, muy influenciado por el surrealismo de otros hispanos como Dalí: un cielo oscuro, nebuloso, propio del drama que tiene lugar; a la izquierda lo que parecen casas encaladas con algunos árboles y a la derecha una arquitectura en la que dominan los arcos de medio punto. Las casas blancas remiten directamente a los pueblos de Andalucía mientras que las otras edificaciones me traen a la mente los cuadros de Giorgio de Chirico, exponente de la Metafísica.

'Plaza con Ariadna' (1913). Las "ciudades inquietantes" se instituyeron como un tema base que De Chirico explotó en múltiples ocasiones: eran escenarios vacíos, con grandes arquitecturas que remiten a lo clásico. 


'Cante jondo' encierra así múltiples significados. Su epicentro es la mujer andaluza, una femme fatale a lo castizo que nos mira, mostrándonos sin pudor su cuerpo desnudo. La historia que se gesta a su alrededor nos habla de amor (entre los amantes y entre madre e hijos) y de muerte (la de las dos mujeres), todo ello cubierto por un velo de tristeza y de drama que nos transmiten todos y cada uno de los personajes. Estamos ante la más pura imagen del cante hondo, la copla personificada en una mujer: pasional, desnuda, dramática, amorosa, fría, ardiente, celosa y profundamente andaluza.

Descubrir este cuadro ha sido todo un hallazgo, sobre todo porque me ha hecho acercarme a la figura de este pintor conocido no por muchos historiadores, al que los cordobeses recuerdan con cariño. La mayor parte de la obra de Julio Romero de Torres se encuentra en esta ciudad andaluza, en su museo homónimo. Podéis encontrar la descripción de 'Cante jondo' en su página web. Otra página muy interesante que he consultado ha sido Descubrir el Arte.


Espero que os haya gustado ;)


Et Ego Geloira.

11 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho la entrada, la verdad. Yo desde que estuve en Córdoba hace unos años y, para refugiarme del sol aplastador, me metí en el museo de Julio Romero de Torres, me considero FAN del mismo. Me encantaron muchas de sus obras -sobre todo las menos tradicionales- y me compré uno de los libros sobre su vida que tenían en una pequeña vitrina. La verdad es que descubrí un pintor sensacional y eso que ya sabes que yo tampoco soy nada de Arte Contemporáneo.

    Por otro lado, y hablando de esta obra en concreto, quería destacar la musicalidad cíclica que siento al ver a la pareja que rodea el sarcófago. Si te das cuenta, da la impresión de que se estén moviendo en círculos, lentamente, en torno a esa urna de cristal, sin fin, rítmicamente. Y eso me parece fascinante también.

    Lo de Giorgio de Chirico es completamente cierto también y mola el detalle de la cabeza del celoso...

    La mujer desnuda creo que representa el propio cante, femenino, desnudo -al fin y al cabo el cante desnuda el alma- y rodeado de tanto misterio y sentimientos "de riesgo".

    Un grande el señor De Torres.

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    1. Me encanta lo que dices sobre el cante, como bien te dije lo leí en alguna parte y lo he incluido. Me da rabia que a este pintor y a su obra se le relacionara con la típica imagen de una Andalucía de pandereta, la de sevillana, torero y lerele, cuando es un enorme simbolista que podría compararse a los franceses del siglo anterior o al propio Dalí. Qué mal ha hecho la crítica de Arte en ocasiones...

      Gracias por pasar y aportar :D

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  2. Estupendo comentario. Estuve el año pasado en Córdoba y visité el museo; la guía aportó muchos datos sobre las modelos y situaciones dramáticas en las que se inspiró el pintor y, -por supuesto su amor a los perros-; pero a mí me llamó más la atención su simbolismo de los cuadros porque conectaban con las ideas estéticas de Valle inclán en"La lámpara maravillosa" y la afinidad en que los dos presentan a la mujer como un misterio. Valle dijo de él que era el artista al que mejor le iba la palabra "poeta"; si a esto unimos que Lorca -el poeta del amor y de la muerte- escribe por esos años "Poema del Cante Jondo", tienes a los dos escritores más universales (junto con Cervantes) relacionados con el pintor.
    Espero que sigas con estos artículos, muchos lo agradecerán.

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    1. Qué razón tienes, es innegable la relación entre la pintura de Romero de Torres y las palabras de Valle Inclán (así como el poema de Lorca); en este caso se cumple el tópico de "la pintura es poesía muda y la poesía es pintura ciega". Aunque todo sea dicho, a esta pintura no la veo tan muda, sino que de fondo no puedo parar de escuchar acordes de Falla :)
      Tomo nota de la visita al museo, lo cierto es que después de conocer esta obra tengo ganas de ir a Córdoba y de buscar la estatua del pintor con su querido galgo. Ay, si Pacheco nos hablara, tendría una sabiduría como pocos.

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    2. ¿Sabes qué impresión tuve yo la primea vez que vi este cuadro y que ahora se reafirma? Que la figura central tiene "quizás en la mirada" un punto masculino...

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  3. ME ENCANTAAAAAAAAAAAAAAAA!!

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  4. QUE EXCELENTE PAGINA, ESTOY ENCANTADA.

    WAUU

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  5. Hola, soy cordobesa. Gracias por poner en valor a Julio Romero de Torres.

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  6. La comparación con la alegoría de Bronzino se sugirió por primera vez en el libro Art Déco en España de Javier Pérez Rojas que se publicó en 1990,

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